martes, 16 de noviembre de 2010

Hambre, muerte, miseria y estancias (Las estadísticas de las colonias agrícolas santafesinas en el siglo XIX).


Hace pocos meses pude conseguir un libro de Gastón Gori, editado en 1957, llamado “El pan nuestro. Panorama social de las regiones cerealistas argentinas”. En el mismo, podemos ver las estadísticas en las colonias agrícolas, producto de los censos realizados en el siglo XIX en la provincia de Santa Fe. Estas estadísticas son las más completas del país, según afirma el autor.
Algunos de los números que evidencian las penurias de los colonos:
De 86839 inmigrantes, que incluyen niños menores de 8 años, entrados en la provincia de Santa Fe desde 1880 a 1888, 30086 eran analfabetos.
Los campos arrendados en la época de la formación de colonias carecían de casa habitación. Las colonias deslindadas eran fracciones de inmensas llanuras despobladas. Al arrendatario correspondía construir su vivienda.
¿Cómo fueron esas viviendas construidas por los agricultores? Las estadísticas nos lo cuentan: Vivian en ranchos. De 12608 edificios en la provincia de Santa Fe, existían 8923 ranchos de barro y paja, lo cual da un promedio de 71% de ranchos. Pero como en los 12608 edificios están incluidos, aproximadamente, 2000 ubicados en pueblos y en Esperanza, como también en campos colonizados, desde 1856 a 1880, resulta que el promedio de ranchos aumenta a 82%.
Según el censo de 1888 en la provincia de Santa Fe, existían 22107 anchos, sobre una población rural de 23072 agricultores, que suman, con sus familias, 115241 habitantes de las colonias.
O sea, prácticamente la totalidad de los inmigrantes y nativos colonizados vivió en ranchos.
En la mayoría de los casos los dueños de las tierras arrendadas eran estancieros que colonizaban agricultores con el objetivo no de radicarlos en el lugar si no valorizar sus tierras con la agricultura y el trabajo de los colonos. Desde luego no invertían un solo centavo más de lo indispensable en mejoras que a corto plazo, podían resultar del dominio del locador.
Podemos seguir con los números y ver que los colonos no poseían y por lo tanto no podían comprar numerosas herramientas para el trabajo, de modo que las condiciones de labor eran paupérrimas.
Según el censo de 1888 en Santa Fe, para los 23072 agricultores, existía 24369 arados simples, o sea, que 22775 campesinos no poseían más que un arado de una reja; existían 5225 segadoras, por lo tanto 17747 agricultores no poseían segadoras.
La situación económica del agricultor no podía ser más lamentable.
Otro indicador importante para deducir la calidad de vida de la población es el índice de mortalidad. En 1882, año en que hechos de arma no se producen en las zonas rurales que corresponden a las tres colonias mas desarrolladas, la mortalidad infantil era de 149,3% superior a la de adultos, según los datos de defunciones:
- Esperanza, adultos: 61, niños: 73.
- San Carlos, adultos: 34, niños 79.
- San Jerónimo, adultos: 14, niños: 35.
Terrible.
Otro numero: en 1898, en dos departamentos agrícolas de Santa Fe, como Las Colonias y Castellanos, de 1082 defunciones, 679 corresponden a niños menores de 10 años, que mueren de atrépsica, falta de desarrollo, enfermedades originadas por falta de alimentación o por alimentación deficiente. La muerte de los lactantes se debe a la mala calidad de la leche materna. Las madres trabajan como los hombres de sol a sol.
Los colonos arrendatarios se equiparan, a través de veinte años de historia, a los criollos expulsados de sus viviendas en las estancias, cuando la ganadería en manos de los estancieros, exigió más tierras y menos gente llamada intrusa en los latifundios.